Leo Mattioli – Yo no soy dios
Diciéndole que se encuentra mal la mujer
Que por muchos años él cuidó
Su apellido y su amor le dio, la adoró
Y con dificultad para hablar, le confesó
Porque quiso su vida acabar
Él era muy bueno y ella, igual, lo engañó
Que, solamente, lloró y así le habló
Yo no soy Dios
Nuestros hijos nunca van a enterarse
De tu error
Lo besó por ultima vez
Y ella murió
Y en la cama que dormían los dos, ya no se usó
Solo se dedicó a trabajar
A criar sus hijos, y así fue papá y mamá
Cuando ella se despidió
Y él así le habló
Yo no soy Dios
Nuestros hijos nunca iban a enterarse
De mi dolor
Pone una copa de más… Por ella
Y mira al cielo, y se pregunta
Cómo una infidelidad… Arruinó su vida
La primera máquina de karaoke la introdujo el cantante Daisuke Inoue, pero el éxito fue un poco por casualidad, ya que la gente asistente a sus conciertos insistía en poder cantar junto a él, gracias al experimento interactivo tan novedoso. Cuando el cantante vió el gran potencial del invento, lo patentó en un primer modelo consistente en una máquina a la que había que echar una moneda para que funcionase
En América y Europa se hicieron bastante conocidos este tipo de actividades, sobre todo en los bares, cuyo público era mayormente joven. Principalmente, el corazón del canto al vacío son las máquinas de karaoke, las que constan de una pantalla, mecanismo de supresión de voz, lector de DVD’s, además del sistema de sonido. Al principio, las máquinas tenían un lector de cintas, pero luego se cambió a las clásicas cintas de DVD’s. Se han llegado a abrir lugares especiales en los que sólo se puede hacer karaoke, además de comer y beber. Sin embargo, hay otros lugares que no están dedicados completamente a prestar el servicio del karaoke, pero establecen algunos días de la semana para ofrecerlo. Hoy en día, las máquinas son mucho más modernas, con pantallas de alta definición y de gran tamaño, al igual que un sonido potente. De igual forma, existen concursos a nivel mundial de esto e, incluso, han llegado a ser televisados.